Cada vez que mi musa (que anda de viaje casi todo el tiempo) se acerca a mí para golpearme tiernamente la cabeza y decirme que ya abandone el marasmo en el que me encuentro sumergido por semanas o meses, trato de aprovechar su presencia para decidirme a escribir algunas reflexiones sobre mis distintos proyectos. Cabe señalar que en esta ocasión eran cuatro los que luchaban en mi cerebro por tratar de ubicarse en primer sitio para salir a la luz.
La mañana del 14 de abril de 2017 mi musa no pudo esperarme más; presionado por ella tuve que redactar estas líneas luego de meses de haberla convencido de que me diera más tiempo “para madurar las ideas”. Los plazos se cumplen –me dijo ese día– y prosiguió con su cuestionamiento a mi dispersión en el sentido de que uno de mis múltiples defectos como investigador es tener muchos temas en los que me interesa trabajar, lo cual impide que le dedique todo el tiempo a uno solo de ellos, quizá porque todos han nacido de mi ser, y forman parte de él, razón por la que no deseo discriminarlos…